La felicidad de Juana dura poco. En cuanto sale a la calle y ve a otros pequeños con flamantes mochilas, con uniformes y ropa nueva, con bolsas de merienda que esconden los bocadillos que ella no ha podido preparar para sus hijos, porque no tiene pan ni nada para rellenarlo.
Juana forma parte de una de las familias que atendemos desde el inicio de esta pandemia. Madre a cargo de tres hijos, trabajadora sin contrato, que cuida a una anciana del barrio y trabaja por horas en 3 casas. Durante el confinamiento, no percibió ningún ingreso, pero siguió abonando la parte del alquiler que le corresponde en la pequeña que comparte con otra familia. Ahí agotó los pocos ahorros que le quedaban. Ha vuelto a trabajar en septiembre, pero sus ingresos siguen siendo escasos.
Juana sigue necesitando de los alimentos que recibe de CESAL cada 15 días. Con los ingresos que percibe desde septiembre, no ha conseguido reunir dinero suficiente para comprar todos los libros que le siguen reclamando en el colegio. Sufre, porque sabe la importancia de la educación. Su esperanza es que sus tres hijos estudien y puedan vivir una situación más desahogada que la que viven ahora. Eso la anima y dedica una sonrisa a sus tres pequeños.
“La historia de Juana es muy similar a la de muchas madres y padres que atendemos en el CEPI que gestiona CESAL en el distrito de Tetuán, en Madrid”, comenta María, psicóloga del centro. “Es verdad que encontramos a algunas familias en las que, al menos, uno de sus miembros ya está trabajando. Pero no es suficiente. No consiguen pagar todos los gastos que tiene una casa y cubrir las necesidades derivados de la educación de sus hijos e hijas”.
Una situación en la que no se llegan a cubrir los mínimos vitales
Entre las personas que atendemos, una gran mayoría no ha empezado a recibir el ingreso mínimo vital . Las tarjetas para compra que está ofreciendo el Ayuntamiento de Madrid, que van de los 125 euros a los 630 euros, en función del tamaño de la familia, han venido a sustituir los menús que CESAL ha estado entregando hasta finales de agosto en los distritos de Villaverde, Vallecas y Latina. Pero a las familias les cuesta cubrir todas sus necesidades más básicas, y siguen recurriendo a los servicios sociales y a CESAL.
“Vemos cada día como el número de personas que se acerca a pedir ayuda se incrementa. Antes de la pandemia, contactaban con nosotros unas 2 personas al día. Ahora, como mínimo, recibidos 10 solicitudes diarias. Estamos multiplicando por 5 nuestra atención, y los padres y madres nos transmiten su preocupación por no poder hacer frente a los gastos que todas las familias con hijos en edad escolar tienen que afrontar los gastos que supone su educación”.
La infancia sigue siendo la más perjudicada
“En el barrio de Tetuán seguimos entregando cajas de alimentos cada 15 días”, nos dice Katy, trabajadora del CEPI de CESAL. Las familias están muy preocupadas ya que a duras penas pueden cubrir sus necesidades de alimentación. “El inicio del curso ha sido muy difícil. Muchos niños y niñas, a estas alturas, no tienen los libros o el material escolar que necesitan. Además, crece la preocupación por el pago de los alquileres o las facturas de electricidad o de gas que empezarán a subir con la llegada del frío”.
“El reparto de alimentos nos ha permitido saber en qué condiciones van los más pequeños al colegio. Muchos de ellos sin libros ni material. Si no tienen casi para comer, hacer frente a los gastos escolares es una quimera”.
En el CEPI han empezado las clases de refuerzo escolar para los niños y las niñas vulnerables del barrio. “Las normas de confinamiento también afectan al número de niños y niñas que pueden participar de estas clases de forma presencial”, nos dice María. “Pero es importante que asistan, que tengan contacto con nosotros. La infancia ha padecido mucho durante el confinamiento. Hemos visto que han cambiado sus horarios, han pasado mucho tiempo solos desde que sus padres y madres han podido salir a la calle a trabajar y necesitan retomar hábitos de ocio y de estudio”.
Acceder a clases de refuerzo escolar es fundamental para niños, niñas y adolescentes cuyas familias jamás podrían permitirse pagar clases particulares. En esta época de pandemia, en CESAL queremos que nadie se quede atrás, por lo que, además de mantener la entrega de alimentos y productos de primera necesidad, hemos reforzado la atención a la infancia ampliando las clases de apoyo escolar y su acompañamiento. De esta forma, desde CESAL, estamos trabajando en estrechar brecha educativa que afecta a muchos niños y niñas en sociedades donde la educación debería ser un derecho en igual para toda la infancia.