Tras el primer impacto por el confinamiento y el miedo al contagio, la realidad está mostrando su rostro más crudo. El de las familias que no pueden alimentarse.
Había pasado apenas una semana desde el confinamiento, cuando en nuestro intento de seguir telemáticamente el trabajo con las familias vulnerables vimos con claridad que era imprescindible ir más allá. Seguir las actividades educativas con los más pequeños, prestar atención psicológica, seguir con las clases de aprendizaje del idioma eran y siguen siendo necesidades que no podemos dejar de atender, pero las familias necesitaban ayuda mucho más básica.
Las circunstancias en un escenario como el actual son impredecibles. Cada llamada nos descubría nuevos escenarios: familias completas confinadas en sus casas, normalmente en viviendas compartidas; despedidas de sus trabajos; en el mejor de los casos, con empleo suspendido por ERTE; mujeres que asustadas salían a trabajar, para poder comer, con el miedo de volver infectadas y contagiar a sus mayores y a sus pequeños; o madres ausentes con sus hijos confinados.
“Empezamos llamando nosotros para ver cómo se encontraban. sobre todos los niños y las niñas que llevaban ya días sin ir a clase. No pueden perder su progreso educativo por este virus”, nos cuenta María Podereux, psicóloga de CESAL. “Pero vimos que atender su educación era solo una ínfima parte de la realidad que se abría ante nosotros.”.
El equipo de CESAL ha ido conociendo historias difíciles de imaginar. “María nos escribió un Whatsapp desde Uruguay. ´Por favor, ayudad a Elena y a Paula´, son sus hijas de 12 y 3 años que se habían quedado en casa con el padre de Paula desde que ella tuvo que viajar el 11 de marzo a su país por el fallecimiento de su padre.”, dice María Podereux. Sin trabajo y sin poder salir a la calle no tenían nada que llevarse a la boca.
La historia de María se parece a la de Anayaris, peruana; a la de Teresita, angoleña; Martha Cecilia, ecuatoriana; todas madres que viven solas con sus hijos y que además de su situación de vulnerabilidad social tienen que sortear otras dificultades como el cáncer, que padece María; la depresión que lucha por superar Anayaris; o la diabetes gestacional de Fátima. La mayoría de estas mujeres también están guardando cuarentena por coronavirus.
Una buena parte trabaja en asistencia domiciliaria, y algunas nos hablan ya de que han empezado a identificar síntomas en sus hijos e hijas. No es extraño, porque con sus escasos recursos, se ven obligadas a vivir en pisos extremadamente pequeños o tienen que compartir vivienda con otras familias.
Katherine Mina, trabajadora del CEPI de Tetuán que gestinamos desde CESAL, dice que “atendemos también a personas que se encuentran fuera de los Servicios Sociales, viviendo en situación irregular. Atendemos un grupo de familias que viven juntas con 3 niños muy pequeños. No tienen agua ni luz. Ni comida ni pañales. A diario escuchamos historias estremecedoras, como una mamá que ya solo tenía un paquete de espaguetis y un bote de tomate frito.”
La crisis por coronavirus no solo afecta a personas procedentes de otros países. “En estos últimos días están llegando más familias españolas solicitando ayuda”, nos dice María de CESAL.
Este es el caso de Elena, una enfermera española a la que estamos ayudando. Elena sufre el dolor de haber visto cómo fallecía su madre en sus brazos. Con dos hijos adolescentes y uno pequeño, separada, víctima de violencia de género y con una enfermedad grave, pasa largos periodos sin trabajar.
Tú lo estás haciendo posible
Desde que empezamos la distribución de alimentos y de productos básicos de higiene, recibimos a diario más de 20 solicitudes de ayuda. Gracias a la enorme solidaridad que estamos encontrando hemos organizado un dispositivo de emergencia formado por más de 60 personas voluntarias y personal de CESAL, que realiza las tareas más diversas para poder llegar a más personas.
300 familias en Madrid han recibido ya alimentos y productos de higiene y cada 15 días vuelven a recibirlos de nuevo. La distribución a los domicilios se realiza tres días a la semana. El resto se clasifica y empaqueta la mercancía que llega, y se solicita a las empresas o se compra el género que va faltando. Se trabaja casi sin descanso, pero hay un sentimiento común, la entrega, que se retroalimenta del agradecimiento de las personas que apoyamos.
Estos son algunos de los mensajes que nos llegan en estos días y que queremos compartir contigo, porque es gracias al voluntariado, a las empresas y a ti, que todo esto está siendo posible.
PERO SEGUIMOS NECESITANDO DE TU APOYO
Todo el equipo de CESAL está trabajando en diferentes partes del mundo para ayudar a miles de personas a salir adelante en este contexto de emergencia sanitaria.
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