Vivimos tiempos desconcertantes, sin precedentes en todos los órdenes de nuestras vidas cotidianas. Calles casi desiertas, la disciplina de las colas, la prudencia a la hora de visitar un servicio médico, el número de horas que pasamos con nuestros hijos e hijas o con quienes convivimos o cambios producidos en los espacios laborales. Todo ha cambiado en dos meses en los que estamos siendo testigos de dramas que no hubiéramos podido imaginar, y el dolor y el desconcierto se han hecho presentes. También ha cambiado la solidaridad.
En CESAL, sabemos bien que en momentos de crisis la respuesta solidaria suele ser grande. Pero, en esta emergencia, la solidaridad se ha incrementado y ha crecido hasta límites difíciles de comparar.
Así ha sido la respuesta a la llamada de CESAL para formar parte del voluntariado en labores de atención a las familias más necesitadas. En estos momentos, estamos viendo como, ante las adversidades, hay gente que es capaz de transformar las circunstancias y de mostrar su humanidad.
Son las 9 de la mañana de un viernes del período de confinamiento y no hay prácticamente coches en las carreteras de Madrid, cuando Lydia Dux-Santoy arranca el suyo. Los martes, viernes y sábados su rutina durante esta cuarentena está siendo diferente a la de otras ingenieras.
“Desde que una amiga me contó que estaba haciendo voluntariado me dije ‘yo también quiero’ y me apunté para ayudar. Desde entonces, durante tres días a la semana, preparo cajas de alimentos”, explica Lydia. “Conozco a CESAL desde hace diez años, confío en la organización, y sé que esta labor no es solo dar cajas de comida, sino una sonrisa, una compañía, una amistad, por eso me apunté”.
Cuando Lydia llega por las mañanas a la Escuela de Hostelería de CESAL, ahora reconvertida en almacén de alimentos y zona de preparación de cajas, encuentra decenas de productos, le asignan unas cajas a preparar y empieza su labor: “al prepararlo todo tengo presente a cada familia: ¿cuántos son?, ¿hay niños?, ¿son pequeños?, ¿por religión u otros motivos tienen dieta especial? Estas preguntas son importantes para elegir bien los alimentos y los productos de higiene que podrían necesitar y en qué cantidad.
También me ayudan a tener presente que estas cajas están destinadas a familias concretas, personas con sus nombres, con sus rostros, aunque yo no las vea, ni las conozca, para que cada familia reciba lo ‘mejor’ que he sabido preparar para ellas”.
Como Lydia, son decenas de personas voluntarias las que colaboran con CESAL en todas las fases del reparto de alimentos a más de 300 familias: recepción de mercancías, organización, coordinación, preparación de cajas, contactos y entregas. Muchas ya conocían nuestra organización, pero otras nos han conocido a raíz de esta emergencia.
“Un día estaba viendo las noticias y explicaron lo que estabais haciendo en Madrid y no pude quedarme quieta”, nos explica Tatiana, otra voluntaria del equipo de montaje, “me fijé en vuestro nombre y os busqué por internet para apuntarme a ayudar”.
Pasadas las 12 del mediodía, las primeras cajas de alimentos están listas y llegan los primeros coches a la puerta de la Escuela de Hostelería, de uno se baja Arantza López de Sosoaga. Es su primer día de reparto.
Se asoma tímidamente por la puerta y pregunta: “¿Está Luis?” A lo que se escucha inmediatamente la respuesta de Luis Piña, educador de CESAL en Madrid y uno de los coordinadores logísticos de la iniciativa, “¡ya voy, mamá!”.
Arantza nos cuenta que tanto ella como su familia colaboran desde hace tiempo con entidades sociales dando apoyo escolar y clases pero “ahora lo he cambiado por llamar a empresas para que donen alimentos y ayudar a CESAL. Ha sido una cuestión de coherencia con lo que transmito a mis hijos durante esta crisis: si con la que está cayendo, todo el que pueda, y en especial los jóvenes de vuestra edad, no salen a la calle a arrimar el hombro con todo el que lo necesite, habrá que replantearse profundamente el tipo de sociedad que hemos construido”.
Al preguntarle cómo está siendo la experiencia durante esta emergencia, Arantza nos dice que es contradictoria, porque “se junta el saber que estás haciendo lo correcto al aportar tu granito de arena, con la extraña sensación que produce ser consciente de cómo vive uno mismo y cómo lo están pasando otras muchas personas. Te dejan un poco descolocada las sonrisas y la gratitud que demuestran las familias y ser al mismo tiempo consciente de su situación, porque te hace pensar cómo lo gestionarías tú de estar en su lugar, si también serías capaz de mantener la sonrisa”.
Pero, ante esta difícil situación, Arantza confiesa que termina “contagiada” por su alegría y recuerda con cariño cómo, por ejemplo, cuando en uno de los repartos le preguntó a una familia si necesitaba algo y comenzaron a sonreír señalando la caja que les acababa de entregar, “como insinuando ¿qué más puedo pedir?”.
Desde que Lydia arrancó el coche en su casa a las 9 de la mañana hasta que Arantza entregó la caja de alimentos a la última familia de su lista a las 13 horas, Alina Otero no ha soltado prácticamente su teléfono móvil. Es voluntaria de CESAL desde hace algo más de un año, ayudando a cuestiones administrativas, y en esta emergencia, no tardó un instante en ponerse al servicio.
“Cuando se suspendió el trabajo de voluntariado en oficina a causa del COVID-19, me quedé desconcertada, pero al ver la campaña de emergencia que empezaba, reaccioné”, nos comenta Alina, “estaba deseando ayudar y no sabía cómo podía hacerlo, CESAL me ha proporcionado la infraestructura, una infraestructura de personas trabajando con alegría y entrega, y de personas que reciben la ayuda con mucho agradecimiento”.
Alina cuenta cómo ayudando en la gestión administrativa y en la propia entrega de cajas a las familias recibe mucho más de lo que da: “al aparecer con la caja de alimentos me han llegado a decir ‘eres la respuesta a mis plegarias’, esto me ha mostrado que mi pequeñísima contribución puede significar para una familia la diferencia entre dar de comer hoy a sus hijos o no” y esto, concluye, “no es solo importante, sino que me parece vital”.
En CESAL sabemos que sin el voluntariado, el de siempre y el que se ha incorporado ahora, responder a los enormes desafíos que ha desencadenado esta crisis no sería posible. La generosidad y entrega de personas que se han sentido motivadas a donar de su tiempo, talento y recursos por quienes más lo necesitan, son un aliento para CESAL.
Y ya que en estas condiciones no somos capaces de agradecer a cada persona de forma particular, tal y como nos gustaría, lo expresamos con estas sencillas palabras de reconocimiento. ¡Nuestro más sincero agradecimiento por vuestra labor! Sabemos del enorme esfuerzo que estáis haciendo y este supone una motivación más para continuar con nuestro trabajo y compromiso por hacer de este mundo un lugar mejor.
VOLUNTARIADO, DONANTES, EMPRESAS E INSTITUCIONES ESTÁIS HACIENDO POSIBLE QUE MÁS DE 10.000 PERSONAS EN MADRID PUEDAN COMER CADA DÍA, PERO SEGUIMOS NECESITANDO DE TU APOYO
Todo el equipo de CESAL está trabajando en diferentes partes del mundo para ayudar a miles de personas a salir adelante en este contexto de emergencia sanitaria.
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