Con 34 años, Lili se vio obligada a dejar su país, acompañada de sus dos hijos. Venir a España era su única salida para liberarse de los malos tratos que padecía y la alternativa para cuidar Zuka, su pequeño de 10 años que padece una discapacidad del 75%, provocada por una enfermedad rara. La imposibilidad de acceder a la atención médica que necesitaba su hijo y la discriminación a la que se veían sometidos por su discapacidad, no le dejó más salida que marcharse.
En Georgia, dejó su vida anterior y, sobre todo, dejó a su madre, a la que echa de menos cada día. Pero en España Zuka tiene atención médica. Lili ahora sueña con que algún día cuente con los ahorros suficientes para tener cerca a su madre.