Ciertamente, desde bien joven apoyaba labores sociales en Barcelona (comedores, orfanatos, geriátricos, etc.) Luego, más tarde en la universidad, tuve la oportunidad de cursar una asignatura en la licenciatura relativa a la cooperación, y ahí, ya decidí darle carácter profesional a mi vocación y mi pasión. Desde entonces, llevo casi 12 años en este mundo.
Para mí, que siempre he estado muy ligado a mi familia y mis amigos, lo más duro ha sido estar lejos de mis seres queridos. Además, cuando vine para República Dominicana, acaba de fallecer mi padre, por lo que desprenderme de lo que era mi entorno, y empezar en otro lugar, fue muy duro al principio. Por lo demás, para mi República Dominicana es ya mi segunda casa. Aquí tengo a mi esposa, mi dos hijos han nacido en República Dominicana, y mi tercera hija nacerá también aquí el mes que viene. Además, tengo la oportunidad de realizar otras labores educativas y deportivas con jóvenes dominicanos después del trabajo. República Dominicana es un país que te envuelve y no te deja ir. El carácter alegre y afable de los dominicanos/as, y su trato familiar, hacen que todo el que venga de fuera se sienta como en casa.
Después de todos estos años de trabajo, he llegado a la conclusión de que lo más importante en esta labor es que las personas tengan una humanidad genuina que les conmueva y empuje a compartir y cambiar las realidades en las que viven otras personas. Esto es igual de válido para trabajar en una comunidad rural en la frontera de República Dominicana, como para dar respuesta a la situación de los inmigrantes en el Open Arms en Europa. Lo más importante es, sin duda, esa humanidad que te hace sentir la necesidad de querer ser parte, en primera persona, del proyecto de vida de otras personas. No obstante, nuestra labor no puede ser sólo voluntarismo, la complejidad de los contextos y sectores donde intervenimos, nos exige una buena formación académica, profesional y competencial. Es una labor muy compleja por su carácter multisectorial, y con muchos actores, por lo tanto, es necesario estar dotado de buenas capacidades para ello. Al final, el propio deseo de querer ir respondiendo e incidiendo de la mejor manera posible en las diferentes realidades, te mueve a la formación continua y permanente.
Lo más duro fue, sin duda, la experiencia del terremoto de Haití en el año 2010. Llevaba menos de dos años de cooperante en República Dominicana. Cuando sucedió estaba en España. Llegué a República Dominicana a los cinco días del terremoto. En menos de dos semanas, habíamos preparado a la Delegación de CESAL en República Dominicana para la labor de ayuda humanitaria y de emergencia a los afectados/as por el terremoto en Haití en coordinación con la Delegación de CESAL en Haití. Recuerdo la ansiedad y frustración continua de aquellos días. Fue imposible dar respuesta a una catástrofe de ese tipo. Lo mejor de esos días, la solidaridad humana de ambos países, República Dominicana y Haití.
La experiencia más bonita como cooperante de CESAL es la oportunidad diaria de ponerte en juego para poder cambiar la vida de las personas. Para mí, poder tener ese horizonte en mi trabajo es ya, en sí misma, una experiencia muy bonita, que muchos profesionales quisieran tener. Cada vez que tengo la oportunidad de ir a visitar nuestros proyectos y compartir con las familias, y los jóvenes con los que colaboramos y apoyamos, siento el agradecimiento verdadero y continuo de todas estas personas. Personalmente, sentir que nuestros esfuerzos permiten contribuir al cambio de vida de muchas personas, es la mejor experiencia que puedo tener, y que compensa de algún modo, las altas exigencias y frustraciones de nuestra labor como cooperante.
Para ser cooperante en CESAL debes sentir esa humanidad que te obliga a hacer un juicio constante de la realidad. Es delegar confianza, responsabilidad y libertad de criterio para ir construyendo procesos sobre la base de las personas y de la experiencia, y alejados de juicios teóricos. Es una apuesta por la presencia en el territorio, por el trabajo colaborativo y en red. Es el vértigo constante de ir diseñando y construyendo un método sobre la base de la realidad y de las personas. Implica una dinámica constante de aprender haciendo. Es la investigación constante…CESAL te pide, te exige que busques las respuestas en tu propia realidad, acompañándote.
Siempre nos habían dicho, y vemos, que la dinámica económica propia del libre mercado genera cada vez más personas excluidas, y son el factor desencadenante de la pobreza en el mundo. Ahora también, sabemos, y el cambio climático nos está avisando, que los recursos naturales son limitados, por lo que el crecimiento económico ilimitado en un planeta con recursos limitados, es imposible. Además, ningún principio económico debería estar por encima del principio de la vida. ¿A qué puede contribuir la cooperación internacional en todo esto? A generar el cambio a través del cambio de las personas. Es la apuesta por el valor educativo de nuestras acciones, a la vez que vamos generando iniciativas modelo y/o piloto que van poniendo de manifiesto la importancia de ir generando pequeños cambios. Lo resumo con dos frases de Eduardo Galeano: “Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos”, y “Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, pueden cambiar el mundo”. Creo que hay que repensar los modelos de la cooperación internacional actual.