Es una pregunta un poco difícil, ya que aunque siempre he sabido que me quería dedicar al trabajo social, no me imaginé saliendo de mi casa tan pronto para trabajar en la cooperación.
Siempre he tenido un sentido de responsabilidad social, y he sido bastante revolucionaria e inconformista. Desde pequeña he estado involucrada en muchos proyectos sociales locales en Valencia, sin saber que todos esos pasos me ayudarían a construir el futuro que estoy viviendo en este momento. Actualmente llevo dos años viviendo en Haití, y es algo difícil de explicar, ya que creo que Haití me eligió a mí y no al contrario.
Vivir fuera de tu casa, en este caso España, creo que siempre es un reto, ya que sales de tu zona de confort y te despides de muchas cosas, principalmente de tu entorno. Pero también de cosas tan básicas que ni siquiera te das cuenta cuando vives en casa. Haití es un país increíble, lleno de contrastes y la vida aquí no siempre es fácil. Hay que tener paciencia para encontrar tu hueco y acomodarte a todo lo nuevo.
Mi vida diría que es bastante cómoda comparada con el estilo de vida aquí, pero muy diferente a la que tengo en España. El andar por las calles, ir a un parque con tus amigos a tomar algo, ir al cine o teatro, es algo de lo que más echas de menos estando aquí, pero no hay nada como unas playas del Caribe.
Creo que hay que tener ganas de ver el cambio, trabajar en equipo y adaptarse a lo que venga.
Creo que de lo más bonito que me ha pasado fue la semana pasada, cuando durante una formación de profesores y directores en Anse-à-Pitres, se organizaron para darnos a nosotros un diploma en agradecimiento al trabajo realizado. Dicho reconocimiento de los profes y sus palabras, que son los que deberían recibir los diplomas por recibir la formación, fueron un chute de energía para creer en lo que estamos haciendo.
En cuanto a lo más difícil, el ver cómo se entorpecen y dificultan las actividades por los intereses propios de las personas que están en el poder político. Sin embargo, el ver la satisfacción de la gente tras una actividad, empuja para luchar contra todo para seguir creciendo.
Ser cooperante de CESAL significa trabajar con la gente, mano a mano, sentirte parte del proyecto y avanzar paso a paso, pero sólidamente. Creo que la cercanía que CESAL tiene con la gente, en mi caso con los profesores y directores, agentes de terreno, personal de apoyo, es un valor añadido que nos ayuda a poder conseguir de manera conjunta los objetivos planteados.
Uno de los motivos por los que trabajo en el ámbito de la cooperación es porque creo en el desarrollo y en el cambio. Sin embargo, hablar de acabar con la pobreza mundial es un poco ambicioso, ya que detrás de la pobreza hay corrupción, y dinámicas de poder y control que difícilmente se pueden cambiar en un corto período de tiempo. Yo creo en el desarrollo y el empoderamiento personal. Creo que la gente, con oportunidades y herramientas puede salir del estado de pobreza, porque la pobreza no es un adjetivo, que condiciona a las personas, sino un estado que por diversas circunstancias las personas, sin importar ni donde ni cuando, pueden encontrarse. Muchas veces, las personas no tienen herramientas para poder cambiar su realidad, pero de forma conjunta, con apoyo y no ayuda asistencialista, creo que todas las personas somos resilientes para poder hacer un cambio, en nosotros y tener un impacto en el prójimo.