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¿Hasta cuándo vais a seguir viniendo?

coronavirus; emergencia; salud; CESAL; dona; voluntariado CESAL EN EL MUNDO

Millones de personas han reaccionado ante las “colas del hambre”, que seguimos viendo a diario. Para la mayoría, permanecer impasible no es una opción. Menos aún sabiendo que de nuestras acciones puede depender el destino de otras personas.  

Las denominadas “colas del hambre” son una constante que se repite en estos meses. Según el último informe de Oxfam Intermón, el coronavirus puede llevar a más de 700.000 personas a la pobreza en España, este número llevaría a elevar la pobreza relativa en el país hasta cerca de los 11 millones de personas.

La historia que os vamos a contar es la de Esperanza, Elena, María, Carlos, Alfonso, Mercedes, Javier y Manu, un grupo de amigos y amigas, de antemano solidarias, que desde el principio de la emergencia decidieron ponerse a disposición de CESAL y ayudar donde fuera necesario. A todos les ha movido un impulso más grande que el instinto de protección que, en ocasiones, nos lleva a la parálisis. La mayoría son socios de CESAL y todos forman parte del voluntariado.

Han sentido miedo al salir a la calle, han temido contagiarse y contagiar a sus seres queridos. Pero su altruismo los ha llevado a acercarse a familias vulnerables y a facilitarles mucho más que el sustento diario.

El silencio de los primeros días es uno de los recuerdos que tienen en sus mentes. “Era imponente. La soledad de la ciudad. Esto, de hecho, me llamó mucho la atención. En lugares donde he estado después de una emergencia, lo que encuentras es bullicio, confusión, gente buscando, moviéndose. Pero el silencio de aquí y escuchar solo las sirenas de la policía era muy imponente”, nos dice Javier.

A la memoria de Esperanza vuelven los recuerdos de los primeros días. “Sentí una sensación muy extraña. Te encuentras sola por la calle, no hay nadie, ni coches circulando, más que tú, llevando un montón de comida a familias que no has visto en tu vida y que tampoco te conocen, y lo primero que percibí en sus caras fue que estaban muy asustadas”.
 
María evoca el miedo que sentía. “Temía el contagio por mi familia, por mi padre anciano. Pero no podía quedarme quieta. Con estar a salvo en casa no me bastaba. Estaba intranquila”. María, su marido y sus hijos sintieron la necesidad de salir y actuar, a pesar del riesgo.

@Manu - Reparto de alimentos

“Te das cuenta de que vivimos en un mundo de opulencia, en la tecnología, y cuesta imaginar lo que están viviendo muchas familias durante este tiempo”. Elena.

Elena se contagio de COVID 19 y estuvo los 14 días de confinamiento obligatorios sin salir de su habitación. Este encierro le proporcionó muchos momentos de reflexión. Nos comenta que se decidió a ayudar un poco por envidia.  Al ver el ejemplo del personal sanitario y de otros colectivos que estaban implicados en salvar vidas, sintió el impulso de ponerse en movimiento. “Al principio, mi manera de colaborar era estar sin hacer nada, quedarme en casa para no contagiar a nadie, pero en cuanto lo superé me dije que quería colaborar”.

Alfonso ha trabajado 20 años en los servicios de urgencias de diferentes hospitales. Le tocó atender un accidente de tren en el Hospital de Guadalajara en el hubo muchas víctimas. También conoce Centroamérica o Guinea Ecuatorial, donde la emergencia es permanente. “En estos países, el COVID puede ser una preocupación más entre otras. El hambre es mucho peor que cualquier enfermedad infecciosa. Allí los problemas de higiene, de acceso al agua o a alimentos son incomparables”. Por este motivo, Alfonso entiende bien lo que están sintiendo muchas familias en España ante el miedo a no poder comer. 

“Cuando empezó la emergencia pedí ser reubicado al servicio de urgencias. Llamé a las puertas de otros hospitales porque empezaban a caer compañeros de baja médica. Tampoco lo conseguí en IFEMA. Me agobiaba estar en casa perdiendo el tiempo, saber que podía echar una mano y que no lo estaba haciendo. Eso me tenía bastante alterado. Somos socios de CESAL, supimos lo que estaban haciendo, consideramos que somos gente agraciada, que lo tenemos todo y sentimos la necesidad de compartir”. Alfonso.

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Carlos y Alfonso coinciden en señalar que esta emergencia tiene unos rasgos particulares como su prolongación en el tiempo, su carácter de pandemia y la crisis social que deja a su paso. Alfonso, señala además “es un enemigo muy desconocido. Es un virus que a los médicos nos está sorprendiendo porque hace cosas que no nos esperábamos. Actúa con características de muchos virus diferentes y esto nos está desconcertando un poco”. 

“La emergencia me ha chocado mucho porque vivimos cómodamente en un país donde parece que esto nunca puede llegar a pasar”.  Nos cuenta María, que añade “mi conciencia de la realidad se acentuó cuando vi que muchas de las familias mi colegio se encontraba en situación precaria. Ahí te vuelves más consciente. “Nuestro día a día nos hace olvidar que hay personas a nuestro alrededor a las que les falta lo esencial, lo más básico. El coronavirus nos ha servido para volver a recordar que la pobreza está a nuestro lado”. 

Mercedes, trabaja en un medio de comunicación y en estos meses ha seguido teletrabajando. “Me imagino cómo lo están viviendo las personas que antes de la pandemia ya tenían problemas económicos y que en este tiempo, aunque quisieran trabajar, no podían hacerlo”. De esta reflexión, nos cuenta, “me surgió la inmensa necesidad de decirme: mis circunstancias en este momento son privilegiadas y lo único que me queda es poder ayudar a esa gente. Fue algo tan obvio que necesitaba en ese momento poner a disposición de los demás todo lo que yo pudiera”.

“Para mí, estar en el reparto de alimentos ha sido un gran regalo”. Mercedes.

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CESAL decidió desde el primer momento repartir los alimentos a domicilio. Para la mayoría de nosotros sería muy humillante dejar al descubierto la vulnerabilidad en la que se vive, tal como se pone de manifiesto en la cara de las personas que vemos esperando en las colas. CESAL organizó a grupos de voluntariado que, junto con equipos de personal de la organización, inicia su labor preparando las cajas y finaliza con la entrega en los hogares de cada familia afectada.  
 
Cuando el voluntariado llega a los hogares las reacciones son distintas. “Hay familias a las que les da vergüenza estar hablando en el portal y quieren recoger rápido las cajas para volver a sus casas. Otras se quedan un poco más y te cuentan un poco todo. Tienen ganas de hablar”, dice Javier. También Mercedes cuenta haber encontrado a personas que “salen de sus casas tímidamente, como no queriendo que sus vecinos vean que alguien les está llevando comida”.

Esta emergencia ha tocado de lleno a muchas familias, incluso a quienes hace unos meses no podían ni imaginar que hoy estarían siendo asistidos por ONG como CESAL o por los servicios sociales de sus barrios. A Alfonso le llamó la atención que algunos edificios donde llevaron alimentos “tenían muy buena pinta. La mayoría eran casas muy humildes, donde vivían hacinadas muchas personas, pero otras familias no respondían a la idea que tenemos de una persona que necesita comida. Esto nos ha hecho pensar en cual puede llegar a ser la profundidad de esta crisis”.

Todo el grupo está de acuerdo en el agradecimiento que ven en los rostros de quienes los reciben y que algunas personas expresan en palabras o a través de mensajes de Whatsapp. “Una de las veces que fuimos a una casa, había una niña. Y estaba muy asustada, mirándonos, mirando las cajas de alimentos. No fue hasta el momento de marcharnos cuando debió de tomar conciencia de que lo que llevábamos era para ella. Camino del coche volví la mirada, la vi contenta y nos saludó con su mano. Me pareció muy bonito ver el agradecimiento en la cara de esa niña por una cosa tan pequeña como la que estábamos haciendo”, comenta Esperanza.

“Vas con mucho deseo de colaborar y la reacción de gente a la que llevamos comida es impresionante. Siempre te están esperando y te reciben con una sonrisa. Nos brindan una acogida increíble. Por un lado, sentimos que es muy poco lo que hacemos, pero, por otro, te sientes satisfecha de la respuesta de las familias, que demuestra que en verdad lo necesitan. Necesitan no solo comer, también que alguien les atienda, que alguien los vaya a ver, que se ocupe de ellos”. Elena.

Las cajas de alimentos se preparan teniendo en cuenta a cada miembro de la unidad familiar. Un día llevé los alimentos a una familia en la figuraban inscritas cuatro personas, dos personas adultas y dos niños. Tras un rato de conversación, me dijo, te voy a decir la verdad. En realidad, al principio llamé para pedir ayudar para mi hija y para mí. Pero vivo en una habitación alquilada y la dueña de la casa, que no nos va a cobrar la habitación durante este tiempo, también lo está pasando mal. Entonces, cuando me preguntaron que cuántas personas éramos en casa, dije sin dudar que éramos cuatro”. Javier.

Destacan la solidaridad que encuentra en medio de la vulnerabilidad. Javier reflexiona, “en realidad se trata de una cadena que conecta a la gente que prepara las cajas en Gandhi, a las personas que reparten y a las que reciben los alimentos, que a su vez los comparten con otras personas. Se trata de una red de solidaridad que va mucho más allá de nosotros.” A esta cadena hay que añadir a las personas que colaboran para hacer posible la compra de alimentos y a las empresas que se están volcando para que nadie se quede atrás.
 
En sus palabras, Elena, también muestra cierta frustración. Saber que otras personas en las casas colindantes también necesitan ayuda “me ha hecho tomar conciencia de toda la gente a la que no estamos llegando.  ¿Cuánta gente que no se sepa mover o que esté aún más fuera del sistema, se está quedando también al margen de estas ayudas y su situación va a ir a peor?”.

En la escuela de Hostelería de CESAL, se elaboran las cajas de alimentos. A Mercedes les sorprende el cuidado con el que se preparan. “Se personalizan en función de la familia que las va a recibir. Se tiene en cuenta el tipo de comida que pueden ingerir o no.  Si la casa no tiene nevera, esta familia recibe productos no perecederos”.
 
A medida que la emergencia sanitaria se estabiliza y retomamos nuestras vidas, algo ha cambiado en las familias. Esta transformación, también la han vivido en primera persona los protagonistas de nuestra historia. “Ahora las preocupaciones se enfocan al empleo. Encontramos a un chico que ha conseguido recientemente el permiso de trabajo, pero qué va a hacer en este contexto”, se pregunta Esperanza. Manu ve que “ahora la gente parece que ya se está buscando la vida. Algunas personas están acudiendo a entrevistas de trabajo y algunos, aunque, pocos, se han incorporado ya a su puesto de trabajo”.

"En la elaboración de las cajas también están participando de forma voluntaria personas vulnerables con las que trabaja CESAL. Esto me ha hecho darme cuenta de que el deseo de ayudar también nace en las personas que necesitan ayuda. Participar en este voluntariado es toda una experiencia. La relación que se establece es muy bonita y llegas a tener contacto con personas que nunca imaginé que se cruzarían en mi vida”. Carlos

Con el tiempo del miedo al contagio se ha pasado a la preocupación por el futuro. Javier nos dice que “la gente se pregunta más ‘qué va a pasar ahora’, ‘hasta cuándo vais a seguir viniendo’, ‘y ahora que viene el verano, qué va a ser de nosotros’, ‘qué va a pasar con mi trabajo’. Este cambio de fase ha supuesto también profundizar en la relación con las familias y de resolver una situación puntual vemos la necesidad de implicarnos en su futuro. A muchas familias les estamos remitiendo a CESAL, especialmente a los más jóvenes, para que la organización los ayude en la formación y en la búsqueda de empleo”.
 
Esperanza, Elena, María, Carlos, Alfonso, Mercedes, Javier y Manu se sienten felices, aunque a todos les gustaría hacer mucho más. Sin embargo, “las pequeñas cosas son las responsables de los grandes cambios”, como nos recuerda Paulo Coelho.

Durante los meses de junio, julio y agosto seguiremos repartiendo alimentos a las familias que lo siguen necesitando. Si quieres ser parte del voluntariado de CESAL realizando esta labor, escribe a voluntariado@cesal.org, ¡Gracias!