Quedó insconsciente en el suelo, con múltiples fracturas y hematomas cerebrales. Ahí empezó su pesadilla, que siguió con continuas amenazas telefónicas de muerte. Deisy denunció la agresión y las amenazas homófobas, pero la justicia no avanzaba y cada día sentía más pavor.
Huyó de Cali a Cucutá esperando que la pesadilla acabase. Pero el acoso seguía y su única alternativa fue salir de Colombia hacia España donde llegó hace dos años. Desde entonces recibe apoyo psicológico y lleva un estricto control neurológico a causa de las lesiones cerebrales provocadas por la agresión.
Sus inicios aquí fueron difíciles. “Muchas personas me hacían contarles mi historia, pero pocas veces me sentía escuchada”, nos confiesa Deisy. “En CESAL he sentido que realmente me ayudaban, ha sido como mi casa en España”.
Su mayor frustración ahora es la búsqueda de empleo “Ahora, mi día a día consiste en buscar empleo, pero me piden experiencia en todos sitios, y yo me pregunto, ¿cómo la voy a tener si no me dan una oportunidad?”. En Colombia trabajaba con una diseñadora haciendo prendas de vestir.
Mientras encuentra un trabajo, juega fútbol, su deporte favorito, en la liga femenina Fulanita de Tal, que le sirve de evasión y donde puede conocer a gente. Poco a poco va superando su situación, aunque echa de menos el abrazo de su familia.
“De aquí a un año me veo trabajando. Mi primera meta es conseguir un empleo que me dé estabilidad, con el que pueda pagar el alquiler, la comida e ir ahorrando para convalidar mis estudios. Estudié estampado industrial y diseño de moda. En el futuro me veo trabajando en el mundo de la confección. También quiero ayudar a otras personas, para devolver toda la ayuda que yo he recibido”.
En el Dia Mundial de las Personas Refugiadas, hagamos que sus anhelos se hagan realidad.